La historia de los escandalosos Portland Jail Blazers
A lo largo de la historia de la NBA, han sido muchos los jugadores que han traspasado los límites de lo legal en diversos aspectos. Para intentar compilar todos los delitos que han cometido jugadores en activo y ya retirados de la competición estadounidense, habría que coger el Código Penal de cualquier país desarrollado y empezar a marcar uno tras otro la mayoría de los ilícitos penales que contienen. Lo curioso de la historia que aquí comienza, no son los delitos que cometieron en sí sus protagonistas, si no que lo realmente relevante, es que se juntaron varios protagonistas en un solo equipo y en una sola etapa, formando los conocidos históricamente como los «Portland Jail Blazers».
El juego de palabras en el nombre del equipo es más bien simple, ya que tan solo sustituye el Trail por el Jail, pero es muy indicativo por el significado de la palabra Jail en inglés, que es, ni más ni menos, que cárcel.
Cuando se empieza a ahondar en la historia del equipo que recibió ese significativo sobrenombre, siempre se toma como el inicio de las fechorías del conjunto de jugadores que dieron nombre al equipo de descarriados, el año 2001-2002 coincidiendo con la llegada de Maurice Cheeks al banquillo pero, realmente, el equipo no había estado alejado de la polémica en los años previos a ese punto de inflexión.
El Jail Blazer primigenio fue el talentoso e indómito dunker Isaiah Rider, que tuvo problemas graves de insubordinación con la disciplina del equipo, a lo que añadió el consumo de estupefacientes, lo cual le llevó a ser traspasado a final de temporada 1998-1999 a los Atlanta Hawks.
Por el camino, también dejó algún episodio truculento con amenazas a las azafatas del avión del equipo de los Blazers.
Rider se terminó retirando de forma prematura con tan solo 30 años y, poco tiempo después, acabó con los huesos en la cárcel por posesión de drogas, agresión, violencia doméstica… una joya.
En aquel momento, los Blazers eran uno de los equipos más competitivos de la NBA y contaban en sus filas con unos jóvenes Damon Stoudamire, Rasheed Wallace, Jermaine O’Neal o Bonzi Wells… parte del germen de los futuros Jail Blazers.
Después de una gran temporada 2000-2001, donde estuvieron a punto de alcanzar las finales de la NBA si no hubiera sido por los Lakers de Kobe y Shaq, que les vencieron pon un ajustado 4-1 los Blazers ficharon a otro jugador que desestabilizó a un equipo, que estaba al borde constante de la pérdida de equilibrio.
Ese hombre fue Shawn Kemp, una estrella en horas bajas que desembarcó en Oregon con su talento innato y con sus adicciones.
El que fuera gran estrella de los Seattle Supersonics, llegó con sobrepeso derivado de sus problemas con el alcohol y potenciados por el consumo de drogas. Precisamente estas mismas adicciones, le llevaron a ser parte de un programa desintoxicación, que no le permitió ni acabar la temporada con los de Portland.
Lo más curioso hasta ese momento, es que los Blazers ya se habían hecho famosos por tener un vestuario complicado, pero todavía no habían llegado a detonar los problemas masivos con la justicia, que llegarían a partir del año siguiente.
La temporada 2001-2002 conllevó un cambio de dirección en el equipo y se incorporó como nuevo entrenador jefe Maurice Cheeks, que sustituyo a Mike Dunleavy.
Cheeks tomó las riendas de los Blazers con el cartel de ser un entrenador empático con los jugadores y, con la única experiencia previa, de haber sido entrenador asistente en los Philadephia 76ers.
Esto implicaba necesariamente, que nunca había dirigido un equipo previamente con la responsabilidad y todo lo que conlleva el hecho de ser el primer entrenador.
Ese mismo año los de Portland eligieron en el Draft a Zach Randolph y contrataron al agente libre Ruben Patterson, lo cual fue la guinda del pastel que se estaba cocinando en el horno de los vestuarios del Rose Garden de Portland.
Estas dos nuevas incorporaciones de Randolph y Patterson se sumaron a Damon Stoudamire, Rasheed Wallace, Bonzi Wells, Erick Barkley, Shawn Kemp y Dale Davis, todos ellos jugadores que tuvieron problemas con la justicia en esos años, o en años posteriores, y que pasaron a formar parte de los Portland Jail Blazers, con incorporaciones estelares de Qyntel Woods o Darius Miles.
Sus problemas con la justicia fueron múltiples, pero entre todos ellos se pueden destacar algunos episodios que directamente pasaron a la historia negra del equipo y de la NBA.
Damon Stoudamire y Rasheed Wallace tuvieron varios incidentes con el consumo de marihuana y, de hecho, fueron detenidos juntos cuando la policía les encontró en el coche una considerable cantidad para consumo propio.
De hecho, ese consumo era tan propio, que en el mismo momento de la detención, también fueron acusados de conducir bajo los efectos de la misma droga.
El joven Zach Randolph se convirtió en uno de los más problemáticos de la plantilla… consumo de alcohol sin haber cumplido los 21 años, peleas de perros, agresión, peleas con compañeros como Ruben Patterson y Qyntel Woods, otro rookie complicado que se incorporaría a los Blazers al año siguiente de Randolph.
Este último, curiosamente, en los años finales de su carrera en Memphis llegó a ser All Star y se reconvirtió en un jugador mucho más tranquilo y profesional, aunque realmente nunca tuvo un bajón de rendimiento deportivo, a pesar de llevar, en algunos momentos, una vida impropia de un profesional del baloncesto y más acorde a un líder pandillero.
Por su lado, Ruben Patterson tuvo problemas previos a su llegada a los Blazers de índole sexual , tras intentar abusar sexualmente de la niñera de su hijo y de forzar y agredir también sexualmente a su mujer. Estos incidentes le llevaron a tener que darse de alta en el Registro de delincuentes sexuales. Además, fue arrestado por agresión y por conducir bajo los efectos del alcohol.
Qyntel Woods, es el famoso protagonista de la historia del jugador, que se identificó con la Policía mostrando un cromo de si mismo de la NBA porque conducía sin carnet, aunque eso no fue ni mucho menos, el mayor de sus delitos.
Fue detenido por organizar peleas ilegales de perros en su domicilio y tras cuatro años en la NBA sin gran éxito, emigró al baloncesto griego, como su compañero Erick Barkley, donde fueron ambos suspendidos por ser detectados consumiendo marihuana y eso que la Liga Helena en aquellos años, era bastante laxa en ese aspecto.
Todo este tipo de incidentes, hicieron que el equipo de Portland estuviera continuamente en la prensa por protagonizar episodios muy alejados de lo que debería ser la dinámica normal de un equipo profesional de la NBA.
Además, dentro de la cancha la imagen del equipo dejaba mucho que desear, con un Rasheed Wallace cada día más histriónico protagonizando técnicas y enfrentamientos continuos con los árbitros.
El resultado de todos estos altercados, fue que el público empezó a dejar de acudir y llenar el Rose Garden, un estadio habitualmente repleto hasta la bandera desde principios de los 80’s
El comportamiento y los actos de los jugadores dentro y fuera de la cancha, se convirtió en frialdad, desapego y desafección hacia los Blazers de su propio público.
El motivo de aquello fue que, en aquellos años, se juntaron una gran cantidad de jugadores que, o bien ya venían con problemas previos, o bien que se convirtieron en jugadores conflictivos por la propia dinámica enfermiza que tenía el vestuario de los Blazers.
Tampoco Maurice Cheeks pudo hacerse con las riendas de un equipo, que fue empeorando año tras año, e incluso llegó a ser directamente insultado por jugadores como Bonzi Wells o Darius Miles, otro fichaje de ese periodo que pasó a formar parte rápidamente del lado oscuro del equipo.
Los Portland Trail Blazers pasaron de ser un firme aspirante a Campeón de la NBA, a ser los Portland Jail Blazers, un equipo con jugadores con continuos problemas legales, más cercanos a la delincuencia que al deporte.
Este grupo de jugadores, no exentos de talento, fueron incapaces de clasificarse para los Playoffs en la temporada 2003-2004, con lo que rompieron una racha de 21 años seguidos apareciendo en las rondas finales de la lucha por el título de la NBA.
Al año siguiente, Cheeks desaprovechó su última oportunidad en Oregon y el equipo tuvo otra temporada todavía peor en cuanto a resultados, lo que le llevó a ser despedido un poco más allá de mitad de la temporada regular y a ser sustituido por Kevin Pritchard, hasta que al año siguiente, se hiciera cargo del equipo Nate McMillan.
De cualquier forma, el problema de los Blazers era estructural, ya que esa misma temporada seleccionaron en el Draft a Sebastian Telfair, otro buen jugador que acabó con problemas de drogas y armas (entre otros). No es fácil elegir siempre al futuro delincuente más peligroso del Draft.
Parecía que los Portland Trail Blazers, no querían dejar de ser los Portland Jail Blazers ya que, fichaje tras fichaje, se volvían a reproducir los mismos problemas con los jugadores.
Finalmente y poco a poco, el equipo de Portland fue dejando al lado sus problemas con la reconstrucción del equipo y con los jugadores que lo componían y los Jail Blazers pasaron al olvido y a formar parte de las páginas más oscuras de la NBA.
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