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La leyenda de Bill McGill, el hombre que inventó el gancho con salto

La historia de la vida personal y deportiva de Bill McGill, es uno de esos relatos que merece ser contado ya que aúna éxito, épica, fracaso, olvido, redención y, sobre todo, aprendizaje. 

Su leyenda comienza en su época de instituto en la ciudad de Los Angeles, donde creció tras mudarse con tan solo 5 años de su lugar de nacimiento, San Angelo, Texas.

A mediados de los 50’s ya era considerado uno de los mejores jugadores jóvenes del país y el periodista de Los Angeles Sentinel, Brad Pye Jr, un personaje clave en su vida personal y deportivo, le rebautizó como The Hill, por su tamaño y por lo grande que se hacía cerca del aro para sus rivales.

Sus primeros pasos en el baloncesto los dio en el Thomas Jefferson High School de Los Angeles, donde empezó a ganarse el respeto de sus rivales con su juego de baloncesto atlético y fluido.

Puerta principal del Thomas Jefferson High School

En aquellos tiempos se jugaba mucho en canchas abiertas en la calle y allí es donde empezó su leyenda, cuando en el verano de 1955 jugó uno de los partidos más importantes de su vida en los playgrounds de Denker.

En estos espacios públicos se encontraban y retaban los mejores jugadores de la ciudad y aquel día coincidieron una serie de los mejores jugadores universitarios, con algunos de los más talentosos de los institutos de Los Angeles.

Como nombres más conocidos de aquel partido histórico podemos citar a, ni más, ni menos, que a Bill Russell, Wilt Chamberlain y el mágico Guy Rodgers.

Wilt Chamberlain propuso un partido de 3 para 3 a 50 puntos y Bill Russell pidió que jugara en su equipo el joven Bill «The Hill» McGill.

El partido se jugó con gran igualdad llegando al final del partido muy igualados. Con posesión para el trio donde jugaban Russell y McGill, este último recibió un balón decisivo a la altura del tiro libre, siendo defendido por Wilt Chamberlain.

En aquel momento, McGill, colocándose de forma perpendicular a Chamberlain, se elevó y lanzó un gancho tan arqueado que ni el mismísimo Wilt pudo taponar.

El balón entro limpio y el trio en el que formaban Russell y McGill se llevó el partido, ante la algarabía y el alborozo de los aficionados que se habían congregado para ver el atractivo reto entre jóvenes estrellas del baloncesto.

El gancho con salto de McGill quedó grabado a fuego en la memoria del público de aquel partido y pasó a ser considerado como el precursor de ese tipo de movimiento, un lanzamiento con el que se mostraba prácticamente imparable, lo cual le llevó a seguir cosechando éxitos deportivos, hasta que llegó el peor momento de su vida deportiva.

En un partido en el tercer año con Jefferson High School frente a Fremont High, se reventó literalmente la rodilla, quedando mermado a tal nivel, que los médicos le recomendaron ponerse una prótesis y dejar de jugar al baloncesto.

Finalmente, Bill McGill se tomó un pequeño descanso y empezó a recibir tratamientos de drenaje para sacarle el líquido que hacía que su rodilla se inflamase.

A pesar de recuperar un muy buen nivel de juego, el calvario de Billy The Hill tan solo acababa de comenzar ya que la lesión iría agravándose por el paso del tiempo.

Tras acabar la fase del Instituto,  le llovieron las ofertas de proyectos universitarios y terminó eligiendo la opción de Utah para realizar su formación y continuar con su carrera deportiva.

En aquellos años, Billy McGill se convirtió en All American y, como consecuencia, en uno de los jugadores más deseados de la liga universitaria ya que fue capaz de liderar la competición en anotación en 1962, con promedio de 38.8 puntos y 15 rebotes por partido.

Bill McGill con el número 1 en la Universidad de Utah

Fue definido por la revista Time como: «uno de los fenómenos de baloncesto del año: un gigante de 6-9, 215 libras que, sin embargo, puede driblar con la velocidad hábil de un jugador exterior y hacer todo tipo de lanzamientos, desde ganchos arqueados hasta bandejas de conducción»

Estos logros hicieron que Bill The Hill McGill abandonara de forma prematura la universidad sin haber completado sus estudios y que se presentara al Draft de 1962, donde fue elegido como número 1 del draft por los Chicago Zephyrs, un equipo con muy poco apoyo social en Chicago y que ya contaba con un jugador interior determinante como Walt Bellamy.

El resultado fue muy negativo, tanto por la situación de indefinición del equipo ya que se vendió al año siguiente a unos inversores de Maryland, como por la presencia y la calidad de Bellamy y, por último, por el agravamiento de su lesión de rodilla.

Ya no bastaban los drenajes de la rodilla y su rápido deterioro físico, le llevó a tener muy pocos minutos de juego y a convertirse en moneda de cambio en traspasos.

De Izda a Dcha.: Bill McGill, Ferrari, Bellamy, Nelson y Wells

El primer cambio de destino fue el único que realmente le sentó bien ya que a principios de su segunda temporada en la NBA fue traspasado a los New York Knicks, donde jugó su mejor baloncesto en su carrera en la liga profesional.

En 68 partidos con los de la Gran Manzana promedió 16 puntos y 5.9 rebotes en 25.5 minutos de juego por partido.

Aquel equipo de los Knicks tuvo un nivel de exigencia muy bajo ya que fueron el peor equipo de la temporada, lo que le permitió a McGill jugar sin el estrés y sin la presión de otros destinos.

En aquellos días, Billy McGill pudo mostrar al mundo del baloncesto su innovador gancho en salto que le hizo un día ser un jugador imparable capaz de promediar 38.8 puntos por partido en la NCAA, e incluso, llegar a anotar 60 puntos en un solo partido.

Al año siguiente los Knicks, en una búsqueda de soluciones para sus graves problemas deportivos decidieron traspasar a Billy y apostar por, Willis Reed, un joven pivot de Grambling State University que se convertiría en un futuro MVP, 2 veces Campeón de la NBA con los Knicks y en miembro del Hall of Fame.

(De Izda. a Dcha.): Chapell, Hoover y Bill McGill con los Knicks

La apuesta de los Knicks fue todo un acierto y McGill fue traspasado a los St. Louis Hawks donde, el mayor éxito que obtuvo fue enseñarle a una super estrella como Bob Pettit, su inigualable gancho con salto.

Tristemente, el hombre que fue una vez elegido por Bill Russell para jugar a su lado y que fue capaz de superar con un tiro épico al mismísimo Wilt Chamberlain, había pasado de liderar la NCAA en anotación y ser el número 1 del Draft, a ser traspasado por una segunda ronda del Draft en tan solo dos años.

Aunque pudiera parecer que las cosas no le podían ir peor a Billy McGill, el destino fue nuevamente cruel con la antigua super estrella universitaria y los Hawks le cortaron después de 16 partidos, en los que su juego se redujo a tan solo 6 minutos por partido.

Después llegó un último contrato con los Lakers en esa misma temporada y tras 8 partidos en Los Angeles, su carrera en la NBA terminó para siempre con un balance de 158 partidos jugados en tres temporadas y con cuatro equipos (Zephyrs/Bullets, Knicks, Hawks y Lakers).

A partir de ahí sus problemas de rodilla fueron todavía a peor y empezó a deambular por equipos de ligas menores como la North American Basketball League (NABL) y también como jugador de rotación en la ABA.

Bill McGill con la camiseta de los Denver Rockets de la ABA

En 1970 dejó el baloncesto y se estableció definitivamente en la la ciudad de Los Angeles, el lugar donde empezó su leyenda y donde terminaría primero viviendo con sus padres ,y posteriormente, en las calles sin un hogar definido.

Pasó de ser una potencial estrella del baloncesto a una persona sin hogar, sin trabajo y sin futuro porque, además de haber tenido aquella lesión que fue mermando su vida deportiva, abandonó la universidad sin haber acabado sus estudios.

En aquel tiempo Bill The Hill McGill dormía en lavanderías 24 horas y en paradas de autobús de Los Angeles, mientras que un joven Kareem Abdul Jabbar había hecho del gancho con salto que él había inventado, una auténtica obra maestra estilizada a modo de Skyhook.

Ya casi nadie recordaba a aquel hombre que fue el precursor del gancho con salto, tan solo había quedado para la historia su movimiento de tiro.

Curiosamente ese «casi» nadie era Brad Pye Jr., el hombre que le apodó The Hill, que le encontró en las duras calles de Los Angeles y le ayudó a encontrar un trabajo fuera del baloncesto.

El hombre que le había rebautizado en su etapa de Jefferson High School, fue la persona que sí se implicó y le ayudó a salir de una vida destinada al fracaso, mientras que otros jugadores que compartieron con él cancha de juego, e incluso que utilizaron su lanzamiento, ni le llegaron a responder al teléfono. La vida misma.

A partir de ese momento empezó a trabajar en Hughes Aircraft Company y dedicó su vida laboral a trabajar en el terreno del montaje y mantenimiento de la aviación.

Años más tarde, en la década de los 90’s, la NBA se acordó de Billy McGill y le incluyó en el Programa de transición de novatos, para evitar que una mala gestión del dinero o de su vida personal pudiera llevarle a una situación como la que tuvo que vivir él, que pasó de ser el mejor proyecto de jugador joven del país a dormir en la calle en Los Angeles.

La historia de Billy McGill es un relato para aprender tal y como quiso mostrar en su libro autobiográfico «Billy «the Hill» and the Jump Hook: The Autobiography of a Forgotten Basketball Legend».

El éxito y el fracaso son tan solo el resultado de una serie de decisiones en los que el factor suerte es importante, pero tampoco exclusivamente determinante.

Billy The Hill McGill lanzando un gancho con salto

Billy tuvo la mala fortuna de lesionarse, pero también no aprovechó su oportunidad de haber utilizado su condición de jugador de baloncesto para haber acabado sus estudios en la Universidad de Utah, lo que habría cambiado su destino y siempre le habría dado una posibilidad real como trabajador cualificado fuera del baloncesto.

El deporte profesional es un caníbal de debilidades personales y no todas las personas que tienen potencial para triunfar, consiguen alcanzar el éxito por motivos muy distintos.

Para la historia, quedará la leyenda de Billy The Hill McGill como el precursor de un estilo de lanzamiento de tiro que inspiró e influenció tanto a jugadores de su época como Russell, Chamberlain, Kareem, Pettit o Bill Walton, como a jugadores más actuales como Hakeem Olajuwon, Shaquille O’Neal, Tim Duncan o Dwight Howard pero, también, la de Bill McGill, una historia de resiliencia y superación de un hombre que supo salir del infierno de pasar de vivir en el éxito, al más absoluto olvido.

 

Si quieres leer más historias como la de Bill McGill estas te recomendamos la serie de libros:

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