Jaylen Brown, ¿demasiado inteligente para el baloncesto?
¿Se puede ser demasiado inteligente para algo?. Aunque pueda parecer una pregunta retórica, en este caso, la pregunta es real y hay que contextualizarla ya que fue la que se cuestionaron diversos General Manager cuando se interesaron en draftear a un jugar distinto… Jaylen Brown.
En términos generales (siempre hay excepciones), lo más habitual es que la mayoría de los jóvenes jugadores estadounidenses pasen por la NCAA, tanto para visualizarse por los scouters de las franquicias de la NBA, como para pasar un año de formación deportiva antes de dar el salto a la competición profesional.
Su objetivo principal no suele ser recibir una buena formación académica y pasar el tiempo suficiente como para poder graduarse antes de pasar al deporte profesional.
En este juego de prioridades en la toma de decisiones, la elección entre la formación y el dinero suele decantarse siempre por la segunda opción.
Esta decisión es normal y hay que verla con la perspectiva de que muchos de los futuros jugadores de la NBA vienen de clases sociales con dificultades y la posibilidad de ser elegidos en el Draft, simplemente les puede cambiar la vida a ellos y a sus familias por firmar un contrato que les convierte automáticamente en millonarios.
La NBA tiene un sistema por el cual se garantiza un contrato mínimo por el hecho de ser elegido en el Draft.
Hay una escala de contratos para novatos en función de en qué puesto del draft son elegidos, que se relaciona con el límite salarial y que puede moverse entre un mínimo del 80% de las cantidades predeterminadas hasta un máximo del 120%, es decir, si eres elegido el número 1 del draft te garantizas un contrato por un valor X y el equipo puede minorarlo hasta un 80% o incrementarlo a un 120%, aunque normalmente los equipos siempre ofrecen directamente el 120% a los jugadores elegidos en primera ronda.
Además, el contrato se realiza por un mínimo de dos años con la opción del equipo para extenderlo dos años más.
Por ejemplo, en el draft de 2022 Paolo Banchero, el número 1 del Draft, se garantizó al firmar con los Orlando Magic el primer y el segundo año respectivamente, 11,055,120 y 11,608,080 millones de dólares. Como añadido el equipo se reservó el derecho de poder ampliar el contrato otros dos años más por 12,160,800 y por 15,334,769 millones de dólares.
Obviamente, estas cifras son las de un número 1 del draft y van decreciendo en función del paso de las elecciones, pero por tener un dato más esclarecedor, Peyton Watson, la elección 30 del mismo Draft de Banchero, recibió un contrato de 2,193,960 y 2,303,520 millones de dólares para sus dos primeras temporadas, ampliable a un tercer y cuarto año por 2,413,560 y 4,356,476 millones.
Estos salarios garantizados para rookies se van actualizando año tras año y van variando en función de los márgenes que he indicado anteriormente de la posible minoración o mejora del equipo y en función del límite salarial.
El objetivo es que los rookies se garanticen un buen contrato, pero que no pueda exceder lo que se autoriza para los jugadores recién llegados a la competición.
Con estos datos, hay que comprender que la disyuntiva entre recibir una formación universitaria de calidad para luego tener un futuro profesional después del baloncesto, o convertirte automáticamente en millonario con 20 años, suele decantarse normalmente por la opción económica.
En cierta forma, los jugadores pueden seguir formándose durante y posteriormente a su carrera deportiva y muchos jugadores toman esta opción.
Por ejemplo en 2022, Stephen Curry se graduó en Sociología con la Universidad de Davidson, 13 años después de abandonar la Universidad camino a los Golden State Warriors.
Otro curioso ejemplo fue Shaquille O’Neal, que en 2012 se doctoró en Educación por la Universidad Barry de Florida, terminando un ciclo formativo que le prometió a su madre.
Estos ejemplos son destacables por los jugadores que los protagonizan, pero no es tan extraño que los jugadores vuelvan a acabar sus carreras tras el baloncesto profesional, ya que tienen mucho dinero y, sobre todo, tiempo libre.
Más curioso y todavía menos común a día de hoy, es el caso del jugador que opta por completar sus estudios y luego declararse elegible para la NBA.
Como mejor exponente de esta rara avis en los tiempos posteriores a la Four year rule (regla que hacía que los universitarios no pudieran ser drafteados hasta cuatro años después del inicio de su promoción en la Universidad) podemos destacar a Tim Duncan, que no decidió ir a la NBA hasta graduarse en Psicología por la Universidad de Wake Forest, aunque en este caso es importante recordar que gran parte de la motivación vino de la promesa que le hizo a su madre antes de morir de terminar sus estudios.
Grosso modo, existen gran variedad de casos en cuanto a lo que se refiere a la gestión de estudios universitarios pero, ¿qué tiene en particular el caso de Jaylen Brown?
Lo curioso de la situación de Jaylen Brown fue directamente que se cuestionó si realmente estaba interesado por el baloncesto o si su prioridad eran sus inquietudes educativas y, por tanto, lo que más quería potenciar en su vida personal.
Para comprender esta duda razonable, es importante analizar la figura de Jaylen Brown más allá de sus excepcionales aptitudes para la práctica del baloncesto.
Uno de los primeros datos «preocupantes» para esa teoría de su «exceso de inteligencia» para dedicarse al baloncesto profesional fue que rechazó ofertas de universidades de gran éxito y prestigio en lo deportivo como Kentucky, Carolina del Norte y Kansas y que optó por la Universidad pública más prestigiosa del país y una de las mejores del mundo, Berkeley, a pesar de que esta no había tenido grandes éxitos en el baloncesto en los últimos tiempos.
La elección de Jaylen Brown de la Universidad de California en Berkeley (Cal) fue una declaración de principios de la importancia que él daba a su formación académica.
En sus propias palabras: «La educación es algo muy importante para mí y mi familia. Cal Berkeley está en la parte superior de la lista. Cuando visité allí, la universidad me encajaba».
Brown se matriculó en Química magnética e incluso solicitó cursar una asignatura de posgrado durante su primer semestre sobre Estudios Culturales del Deporte en la Educación, pero ese nivel de estudios tan elevado le llevó incluso a tener un pequeño bajón en su rendimiento deportivo.
En su primer año en la Universidad aprendió español y se puso como objetivo aprender, al menos, 3 idiomas antes de los 25 años para su crecimiento personal y en los negocios.
Es un gran aficionado al ajedrez siendo, de hecho, el Capitán del equipo de ajedrez en el Marietta Wheeler High School de su Georgia natal, lo cual no es que sea precisamente lo más habitual en un jugador de baloncesto.
Las estrellas del deporte universitario no suelen ser las estrellas del ajedrez, lo cual quedó demostrado en su primera visita a las clases de ajedrez que tomó en Berkeley. Según su propio relato:
«Cuando entré a la clase de ajedrez en Cal, la gente me miraba como si estuviera perdido y en la clase equivocada»
Otro de los datos que reflejan claramente su personalidad poco común es que se entrevistó con cinco posibles representantes deportivos de primer nivel y, finalmente, decidió no firmar con ninguno y rodearse de un equipo asesor formado por grandes estrellas del baloncesto como Isiah Thomas y Shareef Abdur-Rahim, también alumno de Berkeley.
Finalmente decidió interrumpir sus estudios en Berkeley para optar a ser elegido en la NBA por las opciones que le daban como uno de los 5 primeros del Draft de 2016.
A las entrevistas previas al Draft con los distintos equipos de la NBA acudió vestido de traje y con una agenda para notas para escribir sus impresiones y datos más relevantes.
Él mismo explicó este hecho argumentando: «No estoy aquí para usar pantalones o estar en el sofá con atuendos de baloncesto. Cuando vienes a una entrevista de negocios, ¿qué te pones? Te pone un vestuario formal».
Otra de las personas que influenció especial a Jaylen Brown, fue Brian Shaw, el jugador de la NBA que fue tres veces Campeón con los Lakers de Shaq y Kobe.
Shaw le contó la excepcional ética de trabajo de Kobe Bryant, empezando a entrenar en las primeras horas del día y dedicando su vida a la mejora continua de su juego en ataque, pero también en defensa, lo que inspiró profundamente a Jaylen Brown.
El resultado de ese trabajo intenso se refleja claramente en la mejora año tras año de Jaylen Brown que ha pasado de los 6.6 puntos en su primera temporadas en la NBA a promediar 26.6 en la 2022-2023 y a ser elegido All Star.
En lo económico tampoco le ha ido nada mal, ya que de su primer contrato de rookie derivado de su elección en tercer lugar del Draft consiguió aproximadamente 21 millones de dólares y posteriormente firmó una extensión de otros 4 años con los Celtics por 107 millones de dólares más.
Además, ha conseguido algo extraordinariamente difícil, como es brillar con luz propia en el mismo equipo que su compañero Jayson Tatum, una de las mayores estrellas de la NBA de los últimos tiempos.
Su nick en redes sociales @FCHWPO refleja que estamos ante un personaje especial, ya que ese nick refleja su filosofía de vida «Faith, Consistency, Hard Work Pays Off» (Fe, consistencia y el trabajo duro tiene su recompensa).
Seguramente, la relación de Jaylen con Berkeley no habrá acabado con el año que pasó en la temporada 2015-2016 y volverá a finalizar lo que empezó de sus estudios, al igual que hizo su asesor Shareef Abdur-Rahim, que tras finalizar su carrera en la NBA volvió a Cal a graduarse en Sociología y también a la Escuela de Negocios Marshall de la Universidad del Sur de California, donde curso un MBA.
Jaylen Brown es uno de esos personajes distintos que pasa por el baloncesto profesional y que, seguramente dará mucho que hablar en lo deportivo y también en lo extradeportivo, ya que incluso ya ha dado charlas en el prestigioso MIT Media Lab y para Harvard.
Por último, como muestra de su singularidad, hay que recordar el curioso motivo de la elección de su número 7 ya que en sus propias palabras:
«Veo sietes todo el tiempo, donde quiera que voy, miro a mi alrededor al azar y veo sietes como siempre siguiéndome. Así que siento que el 7 me eligió, siento que ese número siempre ha estado unido a mí. Siempre ha sido mi número favorito. Es un número espiritual, un número divino que siempre me ha gustado. Así que cuando estuvo disponible para mí, era el número que quería usar.»
¿Será verdad que todos los genios tienen un punto de locura?