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El Unicornio de Derrick Rose en la NBA

La historia deportiva de Derrick Rose es el origen de uno de esos grandes relatos del «qué hubiera pasado si», lo cual siempre nos lleva a un espacio imaginativo más propio del multiverso de Marvel, que de un deporte como el baloncesto.

Indudablemente, su estilo de juego y el impacto que causó en la NBA, lo elevan a ser uno de esos jugadores que fue capaz de enamorar con su juego a un público ávido de super estrellas que fueran capaces de hacer cosas diferentes.

D-Rose mostró en la NBA un estilo de juego atlético y explosivo, pero también sumamente estético.

Sus penetraciones eléctricas hacia el aro, con finalizaciones en contacto contra sus rivales, le llevaron a ser el MVP más joven de la historia de la NBA, pero más allá de lo poético de la estética de su baloncesto efectista que no dejó a nadie indiferente, tuvo la capacidad de ser relevante en lo prosaico de los resultados materiales ya que fue el punto del horizonte sobre el que, unos «náufragos» Chicago Bulls, encontraron el camino a volver a ser relevantes en la NBA tras el inolvidable legado de Michael Jordan.

Los Bulls pasaron de no estar en Playoffs sin Derrick Rose, a convertirse en finalistas de la Conferencia Este en la temporada 2010-2011, donde cayeron derrotados por 4-1 frente al todopoderoso triunvirato de los Miami Heat formado por Dwyane Wade, Chris Bosh y Lebron James.

Esa misma temporada, los Chicago Bulls de Derrick Rose, ya habían alcanzado el hito de ser el equipo con el mejor balance de victorias y derrotas (62-20) de la NBA.

Derrick Rose con David Stern recibiendo el MVP de 2011

Esa mágica temporada 2010-2011 convirtió a Rose en Leyenda de la NBA, no sólo por su MVP y por ejercer el liderazgo de una franquicia tan compleja como los Bulls post Jordan, si no por hacer que toda una generación se enamorara de un estilo de juego de baloncesto de puro playground, mucho más allá de la potencia en estado puro de jugadores como Lebron James o de virtuosos del tiro como Stephen Curry.

A partir de ahí llegaron las lesiones y los sinsabores de una carrera mermada totalmente por las lesiones de rodilla que le martirizaron año tras año entre 2012 y 2015 y que, inevitablemente, le convirtieron en una versión muy distinta del jugador que un día fue.

La temporada 2010-2011 fue clave en su carrera por motivos sobradamente conocidos, pero también porque recibió un regalo que el mismo lo terminó llamando su «unicornio», que le ayudó a mejorar mucho en su juego y del que nunca más se ha vuelto a separar.

Ron Adams, un entrenador asistente de los Chicago Bulls, le presentó a un futuro compañero inseparable, un balón de entrenamiento para baloncesto distinto y especial.

Ese balón tenía un peso muy superior a los de baloncesto oficiales, ya que venía a pesar aproximadamente 2 Kg frente a los 650 gramos del habitual. Además, no tenía costuras y era de color verde oliva, pareciendo más un balón medicinal que uno de baloncesto.

El exceso de peso y su falta de costuras, le ayudaron a mejorar su tiro ya que el balón oficial se convirtió en algo mucho más ligero de peso para él y la falta de costuras, le hizo no mecanizar su lanzamiento a una posición concreta de agarre del balón.

Rose también destacó sobre el entrenamiento con el balón más pesado, que le ayudaba a fortalecer su brazo derecho ya que tenía que desplazar un mayor peso y que cuando cambiaba al balón más ligero oficial, todo era más rápido.

Derrick Rose con su pelota especial con los Pistons

Sea como sea, D-Rose nunca se volvió a separar de ese balón, una pelota difícilmente sustituible porque la empresa que los comercializaba desapareció y era muy difícil encontrar uno de esas características.

El que logró el hito de ser el MVP más joven de la historia, también terminó personificando su relación con la pelota y algunos compañeros les comparaban con «Wilson» y Tom Hanks en la película «Náufrago».

La especial pelota se terminó convirtiendo en un amuleto, en una compañera de viaje insustituible, en un elemento esencial que le ha sustentado y acompañado a lo largo de toda su agridulce carrera en la NBA y que le ha servido como refuerzo positivo en los momentos tan difíciles que ha tenido que vivir, de pasar del Olimpo del baloncesto, al Inframundo de las lesiones.

No hay mejor resumen para esta historia que lo que declaró el propio Rose a The Athletic en 2019:

«Si no tuviera esa pelota, no estaría en la liga en este momento. Es única en su clase»

 

Si quieres leer más historias como estas te recomendamos el libro, «Historias de Gigantes de la NBA»

 

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