El desastre histórico de Ted Stepien en la NBA
Es muy probable que la gran mayoría de los aficionados a la NBA no hayan oído hablar nunca de Ted Stepien, lo cual es normal, porque nunca anotó una canasta, ni hizo un mate, ni ganó un campeonato, pero sí que dejó para la historia, el peor legado que ha dejado nunca ningún otro propietario de un equipo de la competición estadounidense.
Contemporáneo de un gran propietario como Jerry Buss de los Angeles Lakers, Ted Stepien se convirtió en el dueño mayoritario de los Cleveland Cavaliers en 1980.
Era un momento en el que poderosos hombres de negocios, se aventuraban a entrar en el mundo de los deportes en búsqueda de fama, éxitos y fortuna.
En el caso particular del equipo de Ohio, la franquicia había sido fundada apenas una década antes y su mayor logro deportivo, era haber llegado a finales de conferencia en la temporada 1975-1976, en el año del famoso Milagro de Richfield de la mano del propietario original Nick Mileti.
Los Cavaliers, en aquel momento, eran un equipo con muy poca trayectoria en la NBA y habitualmente habían formado parte de los equipos que no aspiraban a grandes éxitos en la competición.
Precisamente por este motivo, los Cavs eran uno de esos equipos «disponibles» que eran vistos como una oportunidad de oro para poder gestionar una franquicia de la NBA y, como no podía ser de otra manera, en seguida apareció un emprendedor con ganas de éxitos y triunfos.
Ese hombre era Ted Stepien, un empresario de gran éxito en el mundo publicitario, fundador y propietario de la empresa Nationwide Advertising Service.
Primero se hizo con un porcentaje menor de los Cavaliers a principios de 1980, para llegar a controlar más tarde el 82% del accionariado de la franquicia de Ohio.
Stepien contaba con la experiencia de haber sido propietario de un equipo en la liga de Softball, un deporte similar al baseball, pero con un nivel de seguimiento social y deportivo muy inferior.
La dimensión de un equipo de la NBA era algo totalmente distinto a lo que había gestionado previamente y Stepien comenzó a cometer errores de gran calado, tanto como para que el barco de los Cavaliers empezara a hundirse sin remedio.
Los fallos de Ted Stepien fueron múltiples a nivel deportivo, pero también a nivel extradeportivo y consiguió, en apenas tres años, emponzoñar y comprometer la historia de los Cavaliers, pero también de la NBA.
A nivel deportivo es recordado por la pésima gestión de las opciones del Draft de su equipo. De hecho, se tuvo crear la famosa «Ted Stepien Rule» para proteger a los equipos de la NBA de propietarios tan malos gestores como Stepien.
El resumen de esos tres años de gestión deportiva, es que Stepien traspasó todas las primeras rondas del Draft de los Cavaliers de 1982 a 1986 en búsqueda de un éxito rápido y lo que consiguió fue dilapidar el futuro de los Cavaliers, tanto como para que la propia NBA tuviera que intervenir y prohibirles traspasar más selecciones de Draft, e instaurando la norma (Ted Stepien Rule) de que ningún equipo puede traspasar sus primeras rondas del Draft en dos años consecutivos, salvo que se intercambien por otras primeras rondas.
También se implementó la posibilidad de poder incorporar rondas de traspaso al haberse superado el Draft del año anterior.
El gran beneficiado del desastre organizativo de los Cavaliers fueron los Dallas Mavericks que recibieron en esos años de los de Ohio las elecciones que les llevaron a contar con Derek Harper (pick 11 de 1983), Sam Perkins (pick 4 de 1984), Detlef Schrempf (pick 8 de 1985) y Roy Tarpley (pick 7 de 1986). Casi nada.
De cualquier forma, es imaginable el nivel caótico del equipo con tan solo pensar en que la NBA tuvo que intervenir ante el desastre que se estaba realizando
Es importante recordar en este punto que la NBA sigue siendo quien «franquicia» sus equipos y que sigue manteniendo un poder de gestión, de intervención y de decisión, ante cualquiera mala praxis de sus franquiciados que pongan en peligro la marca e imagen comercial y deportiva de la matriz «NBA».
Al Comisionado de la época, Larry O’Brien, no le tembló la mano en «congelar» las operaciones de Stepien e intentaron reconducir, en la medida de lo posible, las actuaciones erróneas del propietario de los Cavaliers.
De hecho, cuando los Cavaliers cambiaron de dueño en 1983, la NBA les dio la posibilidad a los hermanos Gund, los siguientes propietarios, de poder adquirir selecciones adicionales en la última posición de la primera ronda del Draft de los años que habían sido traspasados por el anterior propietario como formar de restituir el desaguisado creado.
En la temporada 1981-1982, la más desastrosa de la era Stepien, los Cavaliers acabaron con un balance de 15 victorias y 67 derrotas, con cuatro entrenadores destituidos (entre ellos Chuck Daly) y con un total de 23 jugadores que pasaron por su plantilla.
De cualquier forma, lo más curioso del legado de Ted Stepien es que sus tropelías no solamente quedaron en lo deportivo, sino que llevó sus decisiones erróneas y fallidas a otras cuestiones extradeportivas.
Sus salidas de tono en las declaraciones y en sus otras actuaciones de gestión más que cuestionables, fueron continuas, profusas y en algún caso hasta insólitas.
Como ejemplo de algunas de esas «actuaciones memorables» de Ted Stepien al mando de los Cavaliers, se pueden recordar algunos pasajes como su obsesión por el color de la piel de sus jugadores.
En manifestaciones al Pittsburgh Post Gazette en una entrevista de David Fink llegó a decir: «Ningún equipo debería ser todo blanco y ningún equipo debería ser todo negro, tampoco. Eso es lo que me molesta de la NBA: tienes una situación aquí en la que los negros representan poco más del 5 por ciento del mercado, sin embargo, la mayoría de los equipos tiene, al menos, al 75 % de negros y los New York Knicks al 100%. Los equipos con esa composición no tienen una proporción adecuada de fans».
Además añadió: «Los negros no compran muchas entradas y no compran muchos de los productos anunciados en la televisión. Seamos realistas, dirigir un equipo de la NBA es como dirigir cualquier otro negocio y ese tipo de factores deben ser considerados».
Por último, en la entrevista también describió a sus Cavaliers, que tenían en ese momento seis jugadores blancos y cinco negros, como «un equipo equilibrado racialmente, y eso es un buen reflejo de nuestra sociedad porque también está equilibrado».
Entre las múltiples anécdotas reprobables de Stepien también fueron especialmente curiosas las de la creación del equipo de Cheerleaders de los Cavaliers, las «Teddi-Bears» (Ositas de peluche), en las que según se relata en algunos pasajes, Stepien participó en la selección de las animadoras con preguntas más que subidas de tono.
Para mayor surrealismo, puso a su futura nueva mujer al frente del grupo de animadoras y a su hija Nancy de 19 años, como miembro destacado del conjunto de animación.
Las pruebas de acceso se hicieron en una mezcla entre un club nocturno y discoteca, el Rare Cherry, y las 35 mujeres finalmente seleccionadas, vivieron de todo salvo una experiencia laboral digna de baile… fotos de calendario, actuaciones en centros comerciales, bailes fuera de tono y un sinfín de despropósitos.
Para completar el esperpento, completaban las actuaciones entre tiempos otros dos personajes grotescos Crazy George y Amazing Boot.
El primero, que era presentado como el mejor manejador de la pelota de baloncesto del mundo, concluía su espectáculo afeitando la pierna de una mujer mientras giraba una pelota de baloncesto en el filo de una navaja literal, mientras que el segundo (Amazing Boot), crujía latas de cerveza vacías con los dientes y hacía estallar petardos dentro de su boca.
Desde luego, aquel espectáculo bochornoso era digno de ver, al menos, una sola vez.
Otra de las excentricidades de Ted Stepien fue que el equipo pasara a llamarse los Ohio Cavaliers para jugar en diferentes sedes.
La alocada idea del propietario era que el equipo jugara también como local en ciudades como Pittsburgh, Cincinnati y Toronto con la idea de aumentar la base de los aficionados en otras ciudades donde no había equipo de la NBA en aquel momento.
El público de los Cavaliers tomó como una auténtica afrenta el intento de deslocalización del equipo que pretendía llevar a cabo Stepien y, como inevitable consecuencia, nunca se lo perdonaron, lo cual se lo demostraron con abucheos continuos en el Richfield Coliseum, un lugar donde ya no sonaba el Come On Cavs! por obra y gracia de Stepien, sino una extraña polca por la que había cambiado el querido himno local.
El estrafalario propietario de los Cavaliers, en vez de cambiar su actitud al ver el descontento de su masa social, hizo exactamente lo contrario y en un ejercicio inaudito de contumacia, respondió a los aficionados con la amenaza de llevarse la franquicia definitivamente a otra ciudad, concretamente a Toronto.
Stepien fue capaz de presentarse y fotografiarse con el logo de su «nuevo equipo» los Toronto Towers.
Aquello parecía otra maniobra comercial del presidente de los Cavaliers, pero tiempo más tarde se conoció que la operación pudo haber ocurrido convirtiéndose en el segundo equipo de la historia de la NBA en la ciudad de Toronto, tras los Huskies.
Stepien había cerrado un acuerdo para la utilización del mítico Maple Leaf Gardens de Toronto, lugar donde se jugó el primer partido de la historia de la NBA entre los Knicks y los Huskies.
Los problemas económicos y deportivos en Cleveland eran inasumibles para Stepien y trazó un plan que consistía en que tras finalizar la temporada 1982-1983 se anunciaría el cambio a Toronto, e incluso intentaría contar con el jugador universitario de Toronto Leo Rautins, pero finalmente la operación no salió y los hermanos Gund se hicieron con los Cavaliers el 7 de abril de 1983 por 20 millones de dolares.
La NBA aprobó sin problema la operación con tal de eliminar de la ecuación a un propietario tan impredecible como Stepien y los Cavaliers continuaron en la ciudad de Cleveland, consiguiendo clasificarse para playoffs normalmente en la década de los 90’s hasta que, en el Draft de 2003, eligieron a un joven jugador local, concretamente de Akron.
Ese chaval se llamaba Lebron James y años más tarde mostraría al mundo que merecía el apodo de «El Elegido» tras conseguir, entre otros muchos éxitos, el Título de Campeón de la NBA en 2016, probablemente frente al mejor equipo de la historia, pero eso ya es otra historia.
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