La paradoja del mejor partido de Jamaal Wilkes
La historia suele ser cruel en cuanto a la forma de recordar a los perdedores, pero en ocasiones también lo es con algunos de los que saborean las mieles de la victoria. Este es sin lugar a duda el caso de Jamaal Wilkes, un hombre del que prácticamente nadie su fundamental mejor partido en la NBA.
Wilkes destacó desde su llegada a la NBA siendo nombrado Rookie del año y proclamándose Campeón de la NBA en su primera temporada como profesional. Esto tan solo lo había logrado previamente Tommy Heinsohn en 1957 y después de Wilkes, nadie más lo ha vuelto a repetir.
Formado en la prestigiosa UCLA fue tres veces All Star y tres veces Campeón de la NBA, una con los Warriors de Rick Barry y otras dos con los Lakers del Showtime. La carrera de Jamaal Wilkes no fue precisamente la carrera de un jugador menor, sino todo lo contrario.
Fue un extraordinario defensor que además tenía un importante arsenal ofensivo, haciendo que por cada equipo por donde pasó, su juego fuera esencial para él éxito colectivo.
Wilkes ha sido reconocido como miembro del Salón de la Fama y su recuerdo deportivo le coloca entre los grandes del baloncesto, pero lo paradójico de su carrera es que nadie recuerda su mejor partido como profesional, ya que otra actuación épica la eclipsó totalmente.
Ese curioso momento olvidado de la carrera de Jamaal Wilkes llegó en el sexto partido de las Finales de 1980
Las finales las estaban disputando los Angeles Lakers del actual MVP de la competición Kareem Abdul Jabbar, y el impactante y emergente novato Magic Johnson, contra los Philadelphia 76ers del Dr. J, Darryl Dawkins y compañía.
La serie llegaba al sexto partido con la ventaja del equipo de California por 3 a 2 y con un Kareem Abdul Jabbar que estaba siendo determinante en la lucha por el Título, ya que promediaba 33.4 puntos, 13.6 rebotes, 3.2 asistencias y 4.6 tapones. El problema era que a mediados del quinto partido, Kareem sufrió una lesión en el tobillo que le hizo incluso ni viajar al sexto partido en Philadelphia.
Paul Westhead ideó la posibilidad de hacer jugar a Magic de pivot en aquel equipo circunstancial que jugaría aquel inolvidable sexto partido. La polivalencia de los 206 centímetros de Magic, le hacían poder jugar de lo que quisiera y más aún si cabe en la época de su máximo esplendor físico.
El partido de Magic fue majestuoso sumando 42 puntos, 15 rebotes, 7 asistencias, 3 robos y un tapón, para finalmente ser elegido MVP de las Finales, convirtiéndose en el primer y único Rookie en conseguir tal reconocimiento. Hasta aquí lo que todo el mundo recuerda y los datos que han pasado a la memoria colectiva, pero hubo otro jugador que hizo un partido extraordinario.
Jamaal Wilkes anotó 37 puntos, atrapó 10 rebotes, repartió dos asistencias e hizo un robo.
Aquel día Wilkes estableció el record de máxima anotación de su carrera y tuvo un papel clave en el partido en lo ofensivo y en lo defensivo sobre Julius Erving.
En el inicio del tercer cuarto, tras acabar la primera parte con empate a 60, los Lakers arrancaron el partido con un parcial de 14 a 0 del que fue especialmente responsable y protagonista Jamaal Wilkes, que llegó a sumar 16 de los 33 puntos del cuarto del equipo de los Angeles.
Muy pocos jugadores en la historia han sido capaces de anotar 37 puntos como hizo Wilkes en el último partido de unas Finales en campo contrario.
El propio Magic Johnson recordó aquel partido de Wilkes en una entrevista en 2011 cuando dijo: «Jamaal Wilkes jugó un partido increíble«, «Todo el mundo habló de mis 42 puntos, pero también fue su partido«.
Ambos se proclamaron Campeones de la NBA en 1980, pero el mejor partido de la carrera de Jamaal Wilkes, fue eclipsado por la Magia de un jugador que marcaría el porvenir de la NBA en la década de los 80’s.