B. J. Tyler, la lesión más absurda de la historia de la NBA
Para forjar la carrera de una estrella de la NBA, son necesarias actuaciones legendarias, grandes cifras estadísticas y, sobre todo, conseguir éxitos individuales y colectivos. Para lograr esto, es imprescindible tener una carrera prolongada y alejarse del gran enemigo de los jugadores, las lesiones de gravedad. Una lesión puede acabar en un sólo momento con la carrera de cualquier jugador.
Hombres como Bill Walton, Bernard King, Grant Hill o Derrick Rose, son sólo algunos de los grandes nombres históricos que vieron mermadas sus carreras por una lesión desafortunada y que les impidió alcanzar (o mantener) su nivel deportivo.
Sin embargo, todos estos jugadores tuvieron lesiones «lógicas» derivadas de la práctica del baloncesto, incluso la gran mayoría se produjeron dentro de una cancha de baloncesto, pero también ha habido casos de lesiones producidas en el ámbito personal y extradeportivo, que han sido demoledoras para la carrera de algunos desdichados jugadores.
Estas otras lesiones han copado menos titulares deportivos por producirse en lugares sin cobertura mediática. Sin embargo, hay una de ellas que es especialmente dramática, ya que le sucedió a un jugador por el mero hecho de quedarse dormido.
B. J. Tyler tiene el lamentable honor de ser el protagonista de, probablemente, la lesión más absurda de la historia.
Tyler fue elegido por los Philadelphia 76ers en la posición 20 del draft de 1994. Era un pequeño base de apenas 185 centímetros que se formó, básicamente, en la Universidad de Texas, tras un breve paso por DePaul.
Las cifras en su año senior en Texas fueron de 22.8 puntos, 3.4 rebotes y 6.3 asistencias por partido, las cuales hablan de la gran calidad ofensiva que tenía Tyler, un base rápido con grandes aptitudes para el dribbling y el manejo de balón.
De hecho, su velocidad y explosividad eran características esenciales de su juego.
Disputó 55 partidos en su año como rookie en la NBA, pero su nivel quedó un poco lejano de lo que se esperaba de él, aunque también es cierto que tuvo pocas oportunidades de mostrarlo, ya que el base titular de aquellos 76ers de la 1994-1995 era Dana Barros, que estaba viviendo en la NBA sus mejores deportivos, siendo nombrado esa temporada All Star por primera y única vez en su carrera.
Al inicio de la temporada siguiente, se llevó a cabo la incorporación a la NBA de dos nuevas franquicias, los Toronto Raptors y los Vancouver Grizzlies. Como suele ser habitual en estos casos, la NBA realizó un Draft de la expansión, donde todos los equipos de la liga, debían de ceder a un jugador para poder ser drafteado por los Raptors o los Grizzlies.
Los 76ers cedieron los derechos sobre B. J. Tyler ya que, en aquel momento, el equipo giraba en torno a Dana Barros, un base eléctrico, ofensivo y con un excepcional tiro de larga distancia. Realmente, no necesitaban a un jugador como Tyler.
Esto hizo que los Raptors eligieran a Tyler en ese draft y pasara a formar parte de la franquicia canadiense, donde tuvo lugar el desgraciado hecho que terminó con su breve carrera deportiva.
Tras un entrenamiento en la pretemporada siguiente, B. J. Tyler se puso hielo en el tobillo y se quedó dormido con él puesto, lo que le provocó una grave lesión y daños irreparables en los nervios de esa zona.
Precisamente su estilo de juego rápido y explosivo quedó mermado por la congelación de los nervios de la zona donde tenía puesto el hielo, acabando de esta absurda forma con su carrera profesional.
Una simple siesta con un sueño demasiado profundo, hizo que el tiempo de exposición del hielo en su tobillo llegara a producirle una lesión fatal e irreparable.
Imprudencia, infortunio, desdicha, casualidad… quizás la mala suerte de B. J. Tyler tuvo mucho de todas ellas, incluso a la hora de ser una lesión difícilmente «recuperable», pero sea como sea acabó con su carrera, lo que convirtió todavía más a su lesión en una de las más absurdas y desafortunadas de la historia de la NBA.
Otras lesiones como el corte en el dedo índice derecho de Brad Miller lavando platos en su casa, la rotura del tercer metacarpiano de la mano derecha de Greg Ostertag al levantarse de la cama, la lesión en el hombro y clavícula de Luc Longley haciendo surf o el abrazo cariñoso de Charles Barkley a Kevin Johnson, que le produjo una dislocación en el hombro que le tuvo fuera de las canchas unas semanas, son tan solo algunos ejemplos de lesiones absurdas fuera del mundo del baloncesto, pero ninguna de ellas terminó con la carrera de sus protagonistas, como en el lamentable caso de B.J. Tyler.
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