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Keith Closs, el Gigante que fue doblegado por sus adicciones

Probablemente la historia de Keith Closs sea una de las más tristes de todas las de los «Gigantes de la NBA». Sus 221 centímetros le convirtieron en el objeto de deseo de varios equipos de la NBA, pero sus adicciones fueron su mayor hándicap, tanto como para acabar con su carrera deportiva y prácticamente con su vida personal.

Las condiciones físicas de Closs pronto le condujeron al camino del baloncesto. Para una persona con sus condiciones físicas y sus humildes orígenes, el baloncesto puede suponer una posibilidad para cambiar radicalmente de vida, aunque en su caso seguramente empeoró sus problemas personales.

Desde su etapa en el Instituto Sierra Vista de California, los problemas de aprendizaje empezaron a condicionar el futuro del espigado pivot nacido en Connecticut. Keith Closs no avanzaba al ritmo educativo que el resto de sus compañeros, pero la genética ya le había enseñado que él tendría otras posibilidades para llegar a la Universidad más allá de su deficiente expediente académico.

Su altura y sus excepcionales condiciones para jugar al baloncesto, le abrieron las puertas de la NCAA. Finalmente fueron los Blue Devils de Central Connecticut quienes se hicieron con Keith Closs, una Universidad de ínfimo abolengo en la NCAA I, pero que tenía el aliciente de estar en la misma zona donde Keith Closs había nacido y tenía familia y, además, donde su padre cumplía condena en prisión.

Keith Closs
Keith Closs

El pecoso pivot de 221 centímetros empezó a jugar a buen nivel en la NCAA, pero pronto sus problemas con las adicciones empezaron a marcar su futuro deportivo y, sobre todo, personal.

Sus cifras en anotación y rebotes no fueron especialmente relevantes, ya que en las dos temporadas que pasó en la Universidad promedió 11.9 puntos y 8.4 rebotes, pero sus números con los tapones le llevaron a otro nivel. En 54 partidos en la NCAA colocó 317 tapones, a un ritmo de 5,87 tapones por encuentro.

Esas cifras le llevaron a ser dos años consecutivo el máximo taponador de la NCAA y a marcar el record histórico de la competición de tapones en una sola temporada con un promedio de 6,36 en la campaña 1995-1996, aunque la alegría le duro poco al bueno de Keith Closs, ya que al año siguiente Adonal Foyle escaló otro nivel, poniendo la marca en 6,43 tapones por noche.

Los datos estadísticos de Keith Closs y sus 221 centímetros pronto llamaron la atención de los técnicos y scouters de la NBA, pero la información que encontraron del joven jugador fue devastadora, ya que sus problemas con el alcohol y las drogas ya habían aflorado totalmente, tanto como para que ningún equipo de la competición apostara por él en la noche del Draft de 1997.

Quizás la falta de peso de un jugador (96 kilos) para un jugador de su altura fuera un problema para su futuro en la NBA, pero sí a eso se le suma déficit de atención y problemas con las drogas, se hace explicable que ningún equipo apostara por el mejor taponador de la NCAA.

Tras el Draft, Keith Closs protagonizó una liga de verano de buen nivel con los Lakers y varios equipos se interesaron en él.

Keith Closs 33 Clippers
Keith Closs con el 33 de los Angeles Clippers

Finalmente, fueron Los Angeles Clippers quienes pensaron que quizás el joven jugador había superado sus adicciones y pusieron sobre la mesa, un gran contrato.

Los Clippers apostaron por Keith Closs, en la temporada 1997-1998, ofreciéndole un contrato por cuatro temporadas y la nada despreciable cantidad total de 6,240,000 dólares.

El otro equipo de Los Angeles decidía apostar por un pivot joven y con gran potencial deportivo (adicciones y problemas varios aparte) tras la marcha del equipo el año anterior de Kevin Duckworth y Stanley Roberts. Lo que está claro es que el «peso» en la pintura de Duckworth y Roberts, no lo recuperaron con la llegada de Closs. De hecho, él era el jugador más alto de la plantilla y tan solo el noveno en peso.

Desde su debut en la NBA el 1 de noviembre de 1997 frente a los Blazers, Keith Closs llevó el 33 a su espalda, el mismo número del jugador que idolatraba y como el que aspiraba llegar a ser. Ese hombre era el mismísimo Kareem Abdul Jabbar, con el que incluso llegó a entrenar en los Clippers para que mejorar su juego y el de Stojan Vrankovic. Obviamente, Kareem intentó ayudar, pero no pudo obrar ningún milagro.

Keith Closs y Kareem Abdul Jabbar
Keith Closs y Kareem Abdul Jabbar

Finalmente, tras tres temporadas en los Clippers con escaso éxito deportivo, decidieron prescindir de él, cortándole el 4 de mayo de 2001.

Sus mejores logros en las tres temporadas y apenas 130 que jugó en la NBA, fueron anotar 15 puntos, atrapar 11 rebotes y colocar 6 tapones… todo ello en diferentes partidos.

Ningún otro equipo de la NBA decidió apostar por él y terminó su carrera tras jugar en ligas menores en Estados Unidos y en 2008 en los Yunnan Bulls de la CBA China.

El motivo de este triste desenlace fue lo que el jugador desveló años más tarde en una entrevista en la revista Slam.

Durante sus años en la Universidad y, sobre todo, en la etapa de la NBA, Ketih Closs sufrió graves problemas de alcoholismo, llegando a beber incluso durante los partidos tras llenar el bote de Gatorade de alcohol. También desveló que en los descansos de algunos partidos de los Clippers llegó a salir al parking a fumar marihuana.

Closs llegó a estar fuera de control y se convirtió en un auténtico problema en el vestuario, teniendo problemas y enfrentamientos con varios de sus compañeros.

Keith Closs Banquillo Clippers
Keith Closs en el Banquillo de los Clippers

Esta información llegó a la totalidad de los equipos de la NBA, lo cual le convirtió en un jugador extraoficialmente expulsado de la liga, ya que nadie quiso nunca más volver a contar con un adicto al alcohol y a las drogas.

Es muy popular en youtube un vídeo de Keith Closs protagonizando una gran pelea en la puerta de un local nocturno en Los Angeles. Sinceramente, ver al jugador de 221 centímetros golpeando, golpeado y, finalmente, siendo pateado por múltiples personas en el suelo, es una imagen muy desagradable y que tristemente muestra lo que Closs llegó a ser esos años.

Como cierre final, hay que decir que a día de hoy, parece que Keith Closs ha reconducido su vida llegando a afirmar que, «Ahora estoy haciendo las cosas bien en mi vida. Me encuentro en un momento donde lo vergonzoso que me sucedió mientras estaba borracho no me importa, porque estoy vivo y ahora puedo hacer cosas para que los demás se sientan más cómodos».

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